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— 121 — Los espacios de que dispone la Iglesia Ca- tólica para que en ellos se desenvuelvan la voluntad, el entendimiento y la imaginación de sus hijos son tan dilatados que, por estar Dios en ellos, no tienen límite alguno. Puede V. ascender como las águilas aunque suba V. tan alto como S. Agustín, Leibnitz ó Bo- ssuet; puede V. descender en sus investiga- ciones intelectuales, aunque baje V. tan hon- do como S. Tomás ó Escoto, Pascal ó Bal- mes. Puede V. ser filósofo como Cayetano 6 Suarez, teólogo como S. Buenaventura, mo- ralista como S. Alfonso. Puede V. cantar en magníficas epopeyas los grandes sucesos de la historia, como el Tasso ó Ercilla; Ó trasla- dar al escenario los episodios de la vida real, componiendo dramas tan perfectos como los de Raciné ó Schiller, Calderón 6 Tamayo. Puede V. sorprender las armonías del mun- do, como Wagner Ó Mozart, ó las armonías del cielo; como Palestrina Ó Vitoria, ó las ar- monías de la gracia como Santa Teresa óÓ San Juan de la Cruz; encontrar las leyes del movimiento de los planetas como Newton ó Kepler, pasearse por el jardin de la naturale- za y examinar sus bellezas como Linneo ó Buffon, ó llevar todas esas armonías al lienzo en alas del genio, como Miguel Angel 6 Mu- rillo. Puede V. balancearse en los espacios como Dumont, ó encerrarse en un gabinete é investigar allí las leyes de la luz, de la elec- tricidad, de la generación ó del movimiento, como Pasteur, Volta Ó Galileo, Edisson 6 Marconi. Puede V. ser erudito, aunque su erudición sea tan estupenda cemo la de Me-
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