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— 117 — la nación en estado de hipótesis; en una pa- labra, que, estando e' pueblo unido al Jefe del Estado, se halle éste unido con Dios, y que este segundo lazo pase por el Santuario donde está la Iglesia con todos sus dogmas. He ahí, en sustancia, lo único que exige la Iglesia del Estado. Puesto esto en sal vo, le importa lo mismo que el símbolo de la auto- ridad sea una corona que el bastón preSiden- cial. D.—Entonces ¿á qué lanzar á la Iglesia el grito de ¡Viva la república! como si la Iglesia fuera enemiga de esa forma de gobierno? ¿Dónde está la explicación de ese misterio? M.—Hela aquí. Uno de los medios de que echa mano la Masonería para descristianizar el mundo es derribar las monarquías, y le- vantar sobre sus escombros gobiernos popu- lares, lo primero, porque en esta clase de go- biernos son más fáciles las revoluciones, y lo segundo (y esta es la razón principal) porque las monarquías europeas, nacidas bajo el aim- paro de la Iglesia Católica, se hallan ligadas á ella por mil títulos históricos y religiosos. Puede decirse que la historia política de es- tas naciones es una parte de la historia del ristianismo; ¡tan unidas han estado siempre en ellas la Cruz y la bandera! Siguese de ahí que, aunque es posible (ya se ha hecho) amortiguar la fé en estas naciones y hasta ha- cér que renieguen de ella muchos de sus hi-

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