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— 115 yos organismos, por la débil consistencia con que están trabados, ofrecen mil cambios de situación muy propios para mantener á la na- ción en constante movimiento. Se comprende también que elijan la forma republicana esos pueblos que han vivido lar- gos años bajo la tutela de otro más fuerte, si de repente ven aparecer en el horizonte de la patria el sol de la independencia. La idea de que han llegado á mayores de «dad y pu.-den regirse á sí mismos produce en ellos un sentimiento de entusiasmo indescriptible y cada hijo de aquella nación quiere tener el gusto de subir á la nueva y flamante nave del Estado, y tomar el timón, y verla bogar bajo su dirección, aunque solo sea unas po- cas horas, gallarda y atrevida, salvando esco- llos y desafiando te :mpestades, Los pueblos del Norte son calculadores, filósofos y poco imaginativos, porque el clima frío y húmedo amortigua la irritabilidad del sistema nervioso. No son partidarios de no- vedades y cambios políticos, y por eso han colocado siempre sus destinos á la sombra de una monarquía, cuyos elementos son más consistentes é invariables que los de la repú- blica. Por el contrario, si, merced á la casualidad Ó á la fuerza, fuera la bandera republicana la que ondeara en una nación cu: alquiera del Norte, y lr bandera monárquica la que flotara en cual: quier pueblo del Sur, y ambos pue- blos hubieran visto nacer, crecer y desarro- llarse, bajo sus respectivas banderas, perso- najes ilustres, hechos gloriosos, instituciones

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