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— 104 — primir la au:oridad por ensalzar al súbdito? ¿No le parece á V. que puede la fuerza de esa idea sublime sobre la dignidad del hom- bre levantar tan alto el trono del vasallo que suba más que el del soberano, y se convierta por consiguiente el orden en anarquía? M.—La doctrina católica es fecundísima, y ofrece soluciones para todos los problemas que pueden presentarse en el mundo moral y religioso, y, por ser la verdad, jamás se contradice. Dentro del campo de la Iglesia no puede vivir el despotismo, pero tampoco puede vivir la anarquía, porque al déspota le dice: «Gobiernas en nombre de Dios, de- bes por consiguiente gobernar, como gober- naría Dios, si bajase del cielo y se sentase en tu solio. Tu autoridad acaba donde acaba la justicia.» Y alrebelde le dice: «Eres tan no- ble que nadie si no Dios puede mandarte. Pero cuando te manda el soberano y en su mandato ves brillar el fulgor de la justicia, debes obedecer porque Dios es quien te manda.» Es por consiguiente la doctrina de la Iglesia un programa completo que, aplica- do á las naciones, mantiene el orden político 6 lo restablece rápidamente si se ha turbado, sea porque el pueblo se ha levantado contra el rey, olvidando su condición de vasallo, sea porque el rey se ha levantado contra el pueblo, elvidando su condición de padre. + ** D.—¿Qué concepto le merece á V. pues la

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