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. AITANA A A a PO cel ca til A EE q en la de la escuela romana, que en el siglo XV] llegó a la meta de la perfección en las obras de Dedro Luis de Dalestrina se hallan también.en muy alto grado las cualidades que la mú- sica de Delesia--oerdaderamente tal--requiere, es se- ñalarnos una nueva manera de orar bellamente de acuerdo con la mente de la Peglesia. Admitir en el culto la música más moderna, puesto que cuenta cón composiciones de tal bondad, sériedad y gravedad que de ningún modo son indignas de las solemnidades religiosas, es añadir una nueva norma por la que nos guiemos en la formación de nuestro repertorio. Esto por lo que se refiere a música litúrgica. Abora bien; junto a ésta existe otra que ba venido a ocupar un lugar importante en la vida religiosa del pueblo. Las ceremonias extra litúrgicas van tomando un incremento cada ves mayor a causa de las diver- sas formas y muy variadas que la piedad popular adopta para dar pábulo a su devoción. Hacer que ésta se acomode a los deseos pontificios es el fín que ba movido al autor de la presente colección al dar a la estampa el libro, que tienes en las manos, piadoso lector. DY faltan colecciones más o menos amplias, más o menos densas, con todo aquello que el espíritu po- pular pide para satisfacer su devoción. Y como en toda colección en que bay música abundante, es ine- vitable que la música artística, noble, fruto de una piedad y un arte sincero y elevado, vaya a veces en compañía de olra más o menos trivial, más o menos

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