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poo «re pura ¿sd = ARCA IDIOTA , CAPÍTULO VII El apóstol de Tolosa Iglesia improvisada.—Padre capuchino, confiese a mi mujer.— Buscando a la oveja perdida.—Col fenomenal.—Los tres borrachos.—Consuelos de una misión.—Los muñecos de la Plaza del Capitolio. Aún recordaban en Tolosa las proezas que el sacer- dote Clergue hiciera durante su estancia en el semina- rio de la Esquila y en San Gaudencio, cuando por segunda vez entró en ella nuestro héroe, agrandado y transfigurado bajo la austera librea franciscana. A su prestigio personal, ya muy grande, venía a sumarse esta vez el prestigio de la Orden de San Francisco, que había dejado en Tolosa, desde muy antiguo, recuerdos y monumentos imperecederos. Así que pode- mos decir con toda verdad, que desde el momento en que el P. María-Antonio se presentó al público, tuvo ganados todos los corazones. Su incansable celo no le permitió esperar a que estuviera terminada la Iglesia, que se construía en la
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