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== YYa abriendo espantado sus ojos y alargándome su mano, —Esa criada no oye nada: todo lo deja abierto.—¡Qué quiere usted! repliqué sentándome a su lado, es ya anciana y hay que perdonarla. »Como sin darnos cuenta trabamos conversación, Le hablé de su madre, de su infancia, y él me contó que cuando niño había tenido que marchar con su fami- lia a España, siendo esta la causa de que, encontrán- dose en país extrajero, no se hubieran decidido sus padres a que hiciera la primera Comunión. Después de muchos años volvió a su país y la vergiienza le impidió el comulgar. Me dijo que lo sentía verdadera- mente, pero que era ya tarde. —»No, señor Marqués, nunca es tarde para Dios— le contesté—abrazándole contra mi pecho.—Yo me encargo de todo. Ya verá usted. Comencemos. Haga conmigo la señal de la Cruz, Inmediatamente se con- fesó con admirables muestras de arrepentimiento. Seguí preparándole durante algunos días,y bien pronto cambió el aspecto de aquella casa. El orden volvió a brillar en su vida, en su cuarto, en sus comidas, Mañana y noche hacía con fervor sus oraciones,y cuando estuvo bien preparado, el venerable Sacerdote de su Parroquia me concedió la gracia de darle la pri: mera Comunión. » Algunos días después el señor Arzobispo marchó a confirmarle. El buen Marqués lloraba de alegría como un niño. «¡Ah! exclamaba enternecido ¡yo tan gran pecador, recibir a mi Dios y a su Pontífice!» Para aquella ceremonia se había adornado con lo mejor que tenía, sin olvidar su pantalón blanco y sus botas de montar, prenda esta última que jamás abando-

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