BCCPAM000R08-4-10000000000000
Señor, ya sabéis que no está en mi mano el quererlo, si Vos no me lo concedéis... Y Vos me lo habéis con- cedido. Pues bien, Jesús mío, no deseo otra cosa para mí; sólo os pido la gracia de hacer comprender esta dicha a muchas almas, para que el número de mis hermanos aumente cada día, y todos, en la familia del seráfico Padre, os sirvamos y amemos como merecéis ser amado y servido...» Y continúa: «Esta mañana, viernes 13 de junio de 1856, he tenido la dicha y la gloria de hacer mi profesión solemne. ¡Ah! ¡qué feliz soy! Hermoso fué el día en que me bautizaron. El día de mi primera comu- nión fué arrobador; grande sobremanera el día de mi primera misa, pero el día de mi profesión, el día de mis desposorios con Jesucristo, es el más hermoso, el más arrobador, el más grande y sobre todo el más feliz de mi vida. El me ha desligado de todo lo terreno, pues siento que la tierra desaparece de mi vista; apenas la toco yo con mis pies, y a medida que mi alma apoyada sobre su amado se remonta hacia el cielo, veo que la tierra se aleja y desvanece, como se desvanece un sueño. Llamo con confianza a las puer- tas del paraíso, mejor dicho, mando que se abran esas puertas eternas, y veo que obedecen a mi voz y se abren para dejarme libre el paso, porque ya soy rey y heredero de ese reino inmortal. >¡Ah! ¡precioso, arrobador, grande y sobre todo el más feliz de mis días! ¿Era posible aspirar a tan gran- de alegría? Mi alma se derrite de amor, porque Jesús la estrecha entre sus brazos y la traspasa con los dardos de fuego que salen de su corazón divino; la corona de dulces espinas, la une a El con sus clavos,
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz