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CAPÍTULO IV Llamamiento divino Un brazo roto.—El encuentro de San Antonio.—Tú serás Ca- puchino.—Lucha y victoria.—El fusil de Dios. La aparición de un Capuchino por las calles de Tolosa, suceso del cual hemos ya hablado, fué, sin duda, el primer jalón que la Divina Providencia puso en el camino del futuro Misionero, para conducirlo al fin que se había propuesto. Creemos encontrar el segundo en la peligrosa caída que le acaeció cerca de Luz en la región de los Pirineos, a donde había ido por prescripción facultativa, a fin de restablecer sus debilitadas energías. He aquí el suceso contado por él mismo. «Salimos cierto día de Cauterets una pequeña caravana de amigos montados a caballo, para visitar las curiosas simas y precipicios de Gavarnie. Era el 22 de diciembre de 1852. Acabábamos de atravesar el pueblecillo de Luz y marchaban los caballos al galope, cuando, volviéndose de repente el mío hacia un sendero
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