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ps q Sr, Piechaud, rogándole diera a conocer a su nuevo Director todos sus defectos: «Dígale claramente todo lo que soy, a fin de que llegue a ser lo que debo.» Piadoso, lleno de celo, pero dotado de un carácter quieto y pacífico, comprendió bien pronto el Párroco que su nuevo Coadjutor le iba a revolucionar la parro- quia, como había revolucionado ya el Seminario. No obstante le dejó obrar, sin poner el menor obstáculo a sus iniciativas, viéndose por lo tanto nuestro joven completamente libre en el desarrollo de sus apostó- licas empresas. ¿Y quién hubiera sido capaz de conte- ner las expansiones de aquel corazón de fuego? «Todos los sábados—escribe él mismo—subía an- tes de la aurora al santuario de Bout-du-Puy, centro antiquísimo de grandes peregrinaciones, dedicado a María y distante como una hora de la ciudad. Allí iba a fortalecer mi alma y descendía lleno de nuevo vigor, sintiendo en mi interior que el espíritu de Dios quería en mi alguna cosa.» »Patronatos para los jóvenes, fundación de una Congregación para criadas y campesinas, instalación dela Sociedad de San Vicente de Paúl, destinada a la santificación de sus miembros y al socorro de los pobres, restauración de la capilla de San Gaudencio en las afueras de la ciudad. ¡Qué recuerdos y qué alegrías tan puras! Todo era inspiración de María.» En las conferencias de San Vicente de Paúl, fun- dadas a semejanza de la que existía en Lavaur y de la cual su padre era tesorero, alistaba a los ricos, a los nobles, a los grandes propietarios y aun al subpre- fecto de la ciudad, esperando que todos contribuirían personalmente y enseñarían al mismo tiempo a sus

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