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das conferencias y se fraguaban vastos proyectos. No aspiraban a nada menos que a convertir todos los pobres de Tolosa. Mas siendo la piedad, la oración y la confianza en Dios armas inapreciables en toda lucha que tiene por objeto y campo de acción las almas, se empezó por establecer una obra a la que se dió el nombre de Obra del Stmo, Sacramento, obligándose cada miem- bro a sacrificar un cuarto de hora de recreo, para velar delante del tabernácuio de la Capilla, y a visitar dos veces por semana a los pobres y enfermos de los Hospitales, Clergue, a quien se debía la iniciativa de todos estos negocios, propuso en uno de los conciliábulos campestres coronar la obra con un ensayo práctico, al que daban gran oportunidad la Cuaresma y el tiempo Pascual, que ya se iba acercando. Consistía este ensayo en recoger por las plazas, rincones y encrucijadas de la ciudad a todos los vagabundos y pobres, para instruirles y prepararlos al cumpli- miento pascual. Entonces fué cuando, gracias a la abnegación de aquellos jóvenes sacerdotes y a la acti- vidad de algunos seminaristas llenos de entusiasmo, se volvió a renovar la conmovedora escena del Evan- gelio, cuando los siervos recorrían las plazas y calles de la ciudad invitando a los obreros, a los deshere- dados y pobres del mundo, a que asistieran al festín de su Señor. Admirados éstos al verse objeto de una solicitud que jamás les había mostrado nadie, sintiéronse con- movidos y respondieron con entusiasmo al llamamien- to que se les hacía, sobre todo, cuando después de