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x 33) abrazará al Sumo Pontífice, y en estre abrazo sagrado quedarán ahogados los principios galicanos. »Entonces comenzará para el clero francés una nueva era: reconstruirá la antigua Francia, y Francia predicará la religión a Europa, atónita por no haber presenciado jamás propaganda parecida.» ¿Veremos pronto brillar la aurora de este triunfo, preparado por la prudencia, sabiduría y magnanimidad del providencial Pontífice que rigió hasta hace poco los destinos de la Iglesia? No lo sabemos, pues está to- davía por venir y el porvenir es de Dios. Tan sólo lo presente nos pertenece, y nuestro deber actual, como el de ayer, el de mañana y el de siempre, no es otro que el que no cesó de predicar el P. María-Antonio con su palabra y ejemplos. Trabajar, luchar con la oración y el sacrificio, con confianza y amor, No triunfa la Iglesia al modo de los conquistado- res del mundo, que suben al Capitolio coronados de rosas. Siempre será militante; siempre sufrirá contra- dicciones, pruebas, persecuciones; siempre tendrá por bandera la Cruz, símbolo del dolor; siempre pedirá, como armas para la lucha, el amor, el sacrificio y la abnegación de sus hijos. Pero su causa, que, como causa de Dios, es inmor- tal, no se verá jamás vencida, pues siempre surgirán también en su derredor intrépidas falanges de héroes que consagrarán a su servicio todas las fuerzas y energías de su alma, teniendo a honra el defenderla; y con el corazón lleno de amor, de confianza y alegría, seguirán luchando hasta exhalar el último suspiro, fija tan sólo su penetrante mirada en la corona que se ha prometidoa los que luchan y mueren con honor, 25, P, MAKÍA - ANTONIO
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