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CAPÍTULO XXIV Victoria final Suspiro de amor.—Practicando la caridad.—Voy derecho al cielo.—«Ha muerto el Santo.»—Canonización popular. ¡Espe- ranzas! La conservación de su salud en medio de tantos trabajos, fatigas, austeridades y privaciones de toda clase como tuvo que sufrir durante su larga y acciden- tada vida, casi hubiera sido milagrosa si el Señor, que le destinaba para grandes luchas, no le hubiera dotado de una organización robusta y nada común. Pero, aparte de esto, él mismo, a fuerza de tratar a su cuerpo con desprecio, no concediéndole apenas descanso alguno y cargándole con más de lo que ordi- nariamente hubiera podido soportar, consiguió centu plicar sus energías y aumentar su resistencia. Acos- tumbrado de este modo a la fatiga, podía pasar sin comer ni dormir apenas, sobrellevar trabajos para cualquier otro excesivos y arrostrar el frío y la intem- perie, sin que sus fuerzas ni su salud se resintieran por ello en lo más mínimo.
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