BCCPAM000R08-4-10000000000000

— 369 — sona, —va a mandar echar por tierra esa Capilla.—No sé lo que hará el Gobierno—respondióle el Religioso, con quien hablaba,—pero sí sé lo que hará el P. María- Antonio: volverá a edificar.—Pasarán los Ministros, caerá el Gobierno, seguirá la República, y la obra del Padre, puesta bajo la protección del pueblo, permane- cerá y sobrevivirá a todo. A hombres como ése, no hay más remedio que dejarles hacer. Las dificultades, en vez de anonadarles, les agrandan.>» Los obstáculos y hasta las amenazas que surgieron a causa del proyecto no dejaron, sin embargo, de inquietar algún tanto a Monseñor Mignot, nuevo Arzobispo de Albi, pero el P. María-Antonio sonreía y continuaba adelante su obra, diciendo: «Apenas apa rece el nombre de María, es seguro que el enemigo se ha de levantar con furor y astucia, cubriendo sus hipó- critas razones y fingidos pretextos con dulce capa de prudencia. Roquecourve, origen de esta oposición tan persistente y tenaz, es ya por sí misma una revela- ción: Roquecourve (1 significa, en efecto, roca ondu- losa, siempre cambiando de dirección, como la ser- piente; cree uno haberla cogido, cuando se escapa, arrojando su veneno.» La Virgen salió en defensa de su siervo, y la ser- piente de Roquecourve fué pisoteada sobre el mismo suelo del Tarn por su vencedor. A pesar de sus intrl- gas, sus lazos y su oposición, la capilla de Nuestra Señora del Consuelo irguióse triunfante, llena de juventud y frescura virginal, sobre la colina de Pech, (1) Roquecourve es una ciudad del Tarn, donde nació el apóstata perseguidor que fué, por aquel entonces, ejecutor de los planes de la francmasoneria.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz