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209 — 323 - detengo ante esta puerta y os declaro, ante la concien- cia de la Patria, reos de las penas asignadas por el Código contra los violadores de domicilios.» Habiendo respondido los Comisarios que no podían menos de obedecer a las órdenes que se les había dado, respondió el venerable Capuchino, cuya figura nunca se vió más grandiosa, más elocuente ni más sublime que en aquellos momentos: «—Sabedlo, pues. Por el acto que vais a realizar, este día será un día de luto para la Iglesia, para la Patria y para Tolosa. »Para la Iglesia, de quien sois hijos, por el bau- tismo que un día recibisteis de sus manos. Esta Igle- sia, que es una madre tan buena, se ve obligada a excomulgaros, a arrojaros de sí, a veros caer, por el sacrilegio que vais a cometer, bajo la maldición de Dios. »Es un día de luto para la Patria. Sí, hoy humi- lláis ante las naciones todas del mundo a esta Patria tan querida, tan noble. »Es un día de luto para Tolosa, la ciudad de los valerosos caballeros, de los nobles cruzados y de las santas Reliquias. Vosotros la obligáis en este día a ser ingrata.» Y les recuerda en vibrantes párrafos, llenos de fuego y de amargor, lo que hicieron los Capuchinos en tiempo de la peste y sus recientes sacrificios cuando el cólera. «¿Y todavía —prosigue —se atreverá vuestro Gobierno a hacer tales cosas? Todo Gobierno tiene el deber sagrado de proteger y defender dondequiera la libertad y el derecho, y vos- otros,representantes de ese Gobierno, vosotros, repito, ¿venís hoy a pisotear ese derecho y esa libertad? »Protesto, como Religioso y como ciudadano, en

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