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ida contra Cia , CUYOS rep nantes sucesos viven y paipitan todavia en la memoria de todos. Nas limitaremos tan sólo a referir las tribulaciones perso nales del Santo de Tal z 3 esa, que Vie por dos vece nazado su querido Convento, aquel piadoso asilo d Cóte-Pavée que con tanto amor y solicitud habia cons- truído. Apenas podia concebir el venerable Misionero tanta maldad, en hombres que se llaman amigos del pueblo y van predicando por todas partes, tal vez irónicamente, los sacrosantos principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. «¡Quél—exclamaba el Santo. —¿Es en el Congreso de mi noble, de mi querida patria, donde ha resonado el grito de dispersión, la sentencia de muerte de dos cientos sesenta y un establecimientos religiosos? ¿No sería más justo afirmar que ha sido en el Sanedrin de Satanás? No, no es la Patria quien os ha confiado la triste misión de empuñar el hacha destructora para cortar, desde la base, el árbol sublime que brotó, ha ya 2,000 años, sobre su suelo fecundo; árbol que plantó y regó con su divina sangre el mismo Jesu cristo; árbol bendito bajo cuya sombra se han cobi- jado durante diez y nueve siglos todas las verdaderas grandezas de mi Patria.» El 3 de noviembre, fecha memorable en Tolosa, las tropas de la República se dirigieron a desalojar el Convento de Capuchinos. El cielo, encapotado y 21. P, MARÍA - ANTONIO

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