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13 — de A feliz noticia a su Pad i su reconocimiento. Una vez más iba a ser madre. llevó entonces a la jelesia del convento y, á dola arrodillar al pie del altar de S. Francisco, in pronunció sobre ella las palabras de la bendi seráfica, y terminó diciéndole: «*—Le Hamaréis Fran cisco, pues el Santo Padre lo quiere para si.» Profecía que se ha cumplido en todas sus partes, pues, llegado el tiempo, tuvo aquella señora un niño, a quien bauti- zaron con el nombre de Francisco Azaís, el cual, entrando más tarde en la Orden Seráfica, ha legado aser el émulo de su padre espiritual en el celo por la salvación de las almas, siendo hoy Subdirector de la gran Leproseria de Harar, en Africa. Una de las gracias más extraordinarias con que suele Dios glorificar aquí-en la tierra a sus escogidos, es la gracia de bilocación, esto es, la gracia de encon- trarse a la vez en dos lugares. Se leen ejemplos de ello en la vida de S. Antonio de Padua y, más tarde. en la de S. Ligorio, quien, sin salir de Nápoles, fué visto en Roma, asistiendo a los últimos momentos del Papa Clemente XIV. ¿Podremos considerar como un caso de este géne- ro el hecho siguiente, atestiguado por la Vizcondesa de Pouy? No nos atreveríamos a citarlo, si no se nos presentara con garantías excepcionales de autentici- dad, pues nos lo ha comunicado el Rmo. P. Pío de Langosne, Consultor del Santo Oficio en Roma. «La Vizcondesa de Pouy, que vivía en Roma—

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