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nuestras Noa odad tan imnis la sa aAcuUad ar mps O > NS E E AOS Y pobres animatios, pera el la Hermana, a cuyo cuidado estaban, iba notando de días aparecian algunos muertos >El P. Maria-Antonio encontrá en cierta ocasión, por casualidad, a dicha Hermana, llevando en sus manos una de las gallinas enferma y próxima a morir. Notó el Misionero la aflicción de la Hermana, y acari ciando al animal dijo: —Pabrecita, no te mueras. Vete, vete a volar.—Y la gallina, abriendo sus ajos y agitando sus antes decaidas alas, se levanta y forcejea por marcharse. La Hermana, muy conmovida, la lleva al corral y la ve, con gran admiración suya, correr entre todas las demás, sin muestra alguna de enfermedad »Desde aquel día cesó la mortandad que diezmaba el gallinero, y conservamos mucho tiempo aquella pri- vilegiada gallina, a quien dimos desde entonces el nombre de la gallina del milagro.» Otro de los casos más frecuentes en la vida extra ordinaria del Santo de Tolosa, era la eficacia de su bendición en los hogares estériles, que siempre vieron cumplidos sus deseos. Es cierto que su bendición ¡iba acompañada, ordinariamente, de la tan conocida de S. Francisco de Asís, cuya milagrosa fórmula daba a todas las madres para que la llevasen consigo; pero hubo también casos en que la bendición y la fórmula del Seráfico Patriarca no eran necesarias, como se ve por el hecho siguiente:
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