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CAPÍTULO XX El taumaturgo Profecías y curaciones.—Distracción providencial.—En alas de la caridad.—Multiplicación de monedas. — La gallina del milagro.—Una confesión milagrosa. Si Dios Nuestro Señor, con su bondad sin límites, acostumbra glorificar a sus escogidos sobre la tierra con el desusado brillo de los milagros y otros dones extraordinarios, de un modo especial, cumple en ellos, cuando los destina a la grande obra de su Apostolado, las promesas que un día hiciera a los propagadores del Evangelio: «Curaréis a los enfermos, arrojaréis en mi nombre a los demonios, hablaréis lenguas des- conocidas, jugaréis con las serpientes y estaréis libres de los peligros.» Apenas había dado los primeros pasos en su larga carrera de Misionero, la fama atribuyó al P. María- Antonio el don de obrar prodigios, colocando sobre su frente, tersa y lisa todavía, la esplendente aureola de Taumaturgo.
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