BCCPAM000R08-4-10000000000000

AE pic de pes pes: er a 2. POS << que el propio interesado, advirtió que la pobreza, la falta de dinero, había sido la causa del mal estado en que vivían aquellas pobres almas, como se dejaba ver por la miseria que reinaba en el inmundo cuchitril en que habitaban. «—Sí, sí—les respondía lleno de entusiasmo,— yo me encargo de procuraros cuanto necesitéis; primero los papeles y las dispensas, después lo demás. El casa- miento, por de pronto,no os costará ni un céntimo; pero esto no basta para casarse; necesitáis una habitación bien arreglada y veo que aquí no la teneís. Yo os la proporcionaré también.» Inmediatamente se puso a escribir la lista de los muebles y otros enseres indis- pensables a una familia. «—¿Falta algo todavía?» La mujer fruncía el rostro, como disgustada de la solu: ción que se daba al problema. El Religioso lo nota, y a fin de vencer la resistencia de aquella mujer, tiene un rasgo de genio que muestra lo bien que conocía la psicología femenina. «—¿Falta algo todavía? Ah sí, no había caído en la cuenta. Falta un espejo para que se mire y se arregle la mujer.» ¡Oh vanidad mujeril! No fué necesario más para vencer toda su resistencia. Predicando, ya anciano, el mes de María en la iglesia de la Daurade de Tolosa, y no permitiéndole la debilidad de sus piernas subir todos los días al Con- vento, se resignó, por insinuación del Superior, a tomar sus comidas en una casa situada no lejos de la iglesia, en la que vivía su piadosa tesorera de los pobres. Así tuvo ocasión de presenciar más de una vez el desfile de sus queridos mendigos y consolarles, como lo hacía todos los días en el Convento durante la dis- tribución de la sopa. Muchos de ellos, a fin de no per-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz