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279 PR Emperador, consiguiendo le dieran esperanzas acerca del buen éxito de su recomendación. Algunas de sus correspondencias son bien curiosas. En cierta ocasión, le devolvieron por correo una carta, a causa de no haber encontrado al destinatario, con la lórmula «Ausentado sin dejar dirección». Aquella carta iba dirigida a Mr. Mustaphá, «acróbata árabe». ¿Qué negocio importante podía poner en relación al P. María-Antonio con este personaje? Quejábase a veces el infatigable Capuchino de que su recomendado no hubiera sabido guardar el puesto que, para él, con tanta solicitud había buscado, o por- que no había respondido a las esperanzas del bienhe- chor; pero tales quejas y reprensiones eran las de un padre bueno, amable, siempre dispuesto a comenzar el camino, solicitando nuevas recomendaciones, sin que jamás se le viera abatido, ni desdeñoso, aun ante fracasos capaces de quitar el aliento al más des- preocupado. Ciego como todos los padres, mejor dicho, como todas las madres, ante las imperfecciones de sus hijos, excusaba los defectos de sus protegidos, abo- gando por ellos sin pensar siquiera que pudiera haber alguno indigno de sus desvelos. La miseria y el desamparo en que se encuentran estos seres despre- ciados del mundo, lo cubría todo ante sus ojos, consi- derándolos como criaturas consagradas entre todas porla mano de Dios con el sello de la pobreza. De aquí que les amase como a hijos, y el que ellos, cono- ciendo el amor que les profesaba, le rodeasen, agra- decidos, por todas partes, manifestándole una confianza sin límites.
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