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CAPÍTULO XVI Sed de almas ¡Almas! ¡almas! —El Demóstenes del pueblo.—Habla como Dios, -Confesor modelo.—Buscando ovejas extraviadas.—Após- tol y polemista.—El brindis de Argel.—El monje vengador. Existe entre S. Francisco y su fervoroso discípulo, cuya vida estamos relatando, otra semejanza que no podemos pasar en silencio. Porque así como el Será- fico Patriarca sentía dividido su corazón entre las ven- tajas de la vida activa y las dulzuras que el Señor comunica en la soledad, entre el bien de las almas y el tesoro inapreciable de la unión con Dios, necesitando una orden del cielo, transmitida por Sta. Clara y el Bienaventurado Fr. Silvestre, para que se lanzara con sus compañeros a la conquista de las almas, así el P. María-Antonio experimentaba las mismas dudas, las mismas ansiedades que su Seráfico Padre, como nos lo dejan comprender las siguientes palabras escri- tas por él mismo. «Oigo continuamente en mi conciencia una voz que

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