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A del santo de Tolosa abundante materia que les ins- truya y edifique, como nos lo prueban las siguientes palabras que uno de ellos nos dirigía: «Al leer esta vida, siéntese el corazón movido irresistiblemente a ser cada vez mejor, y gracias a V. R. el P. María An- tonio, continúa ejerciendo, aun después de su muerte, el fecundo Apostolado que llenó toda su vida,» Los que tuvieron la dicha de conocerle, se alegra- rán al encontrarle, vivo todavía, en estas páginas, pues hemos tenido un especialísimo cuidado en poner de relieve su figura, dejándole hablar y obrar, como acostumbraba a hacerlo en sus evangélicas correrías. Este resultado, que ciertamente nos tiene satisfecho, lo hemos, al parecer, conseguido. «Se le oye.» «Se le ve.» «Está retratado al vivo, al natural.» Tales son las frases que muchos nos han dirigido con motivo de nuestra primera edición. Pueda esta Biografía continuar su santo Aposto- lado, ayudándonos a conquistar esa paz, esa alegría, esos consuelos y abundancia de bendiciones que siem- pre se encuentran, como él decía, en el ósculo de la Cruz, y así regocije a la Iglesia, asegurándola el triunfo que tantas veces predijo el santo de Tolosa. Pueda sobre todo hacer amar lo que él amó con pasión sublime, lo que ante todo perseguía, lo que predicó en pueblos y ciudades, lo que nunca cesó de cantar por valles y montañas: «En el cielo, Jesús, María, los San- tos, sus protectores y hermanos; en el mundo, la Igle- sia, las almas y la Cruz». EL AuToR. Quebec, 1909. 2. aniversario de la muerte del P, María-Antonio.