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AS AAA TTAPOTRTTA a 1 mostrar al mismo tiempo la tolerancia y mansedum- bre de la Iglesia.» El 29 de junio tuvo lugar la Canonización de Santa Germana, habiendo resultado de una solemnidad tan grandiosa las ceremonias que con esta ocasión se cele. braron en la Basílica de San Pedro, que no sólo Tolosa sino Francia entera se llenó de santo orgullo, sobre todo cuando se pudo conseguir que los primeros festejos públicos celebrados en honor de la Santa tuvieran lugar en la Iglesia de San Luis de los Fran- ceses de Roma. Sabido es que los Triduos, que con tanta solemni- dad se celebran en semejantes ocasiones, exigen, por lo general, gastos enormes y larga preparación. Por desgracia, la caja de fondos del postulador, agotada por los trámites y trabajos de la Canonización, se hallaba completamente exhausta, y no obstante la Peregrinación de Tolosa deseaba asistir a los festejos que por primera vez debían celebrarse en su Iglesia nacional. Los tolosanos, estimulados, según contaban, por el P. María-Antonio, demostraron primeramente su generosidad y desprendimiento, y diéronse luego tal prisa en preparar la solemnidad, que la Ciudad Eterna, acostumbrada a la calma en los negocios, se conmovió al empuje de aquella furía francesa, como decían los italianos, y cuya actividad, bien conocida de todos, hallaba calor y vida en su temperamento meridional. Con dos días tan sólo de tiempo se decoró la igle- sia, se buscaron cantores, se invitó a los Cardenales, se señalaron los predicadores de la fiesta y, a pesar de tanta improvisación, resultaron tan llenas de gran-
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