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CAPÍTULO XIV Otro Pedro el Ermitaño Del Coliseo a San Pedro.—¡Asís! ¡Asís! —Sapo simbólico.—Los judíos de Ghetto.—Los triunfos de una Pastora.—La Cruz sobre las olas.—En Jerusalén, -¡Sólo Dios es grande! Ni Lourdes, con ser un centro verdaderamente COs- mopolita, a causa de la multitud de peregrinaciones, que sin cesar afluyen de todas partes a su célebre Gruta, ni Francia entera, con haber en ella tanto que sanar, consolidar y robustecer, podían calmar la inex- tinguible sed de almas, las ansias del Apostolado que sentía arder en su pecho el intrépido Capuchino. Así es que, después de haber recorrido su patria en todas direcciones, lo vemos franquear los Alpes, los Piri- neos, el Mediterráneo, ambicionando predicar la pala- bra de Jesucristo en todas partes y conquistar para la Iglesia las dos grandes capitales del mundo cató- lico, Roma y Jerusalén; he aquí las grandes líneas del extenso itinerario de sus correrías apostólicas.
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