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- 2) como igual a quien no pasa de ser un simple laico? »¡Pobre Pastor! Aludiéndome en su folleto exclama repetidas veces: «¡mi hombre se escapa, mi hombre se escapa!» Mas, bien se ve, con sólo leer algunas pági- nas, que al menos él no se puede escapar y que la argumentación del P. María-Antonio le tenía, le tiene y le tendrá amarrado, inmóvil y mudo por largo tiempo. »Basta pasar la vista por su folleto, para quedarse de ello convencido. Continuamente nos dice que va a responder, y nunca llega el momento. Ha llenado sus cuartillas hablando de todo, suscitando contra el cato- licismo objeciones ya gastadas, mil veces rebatidas; pero se guarda bien de responder ni una sola palabra al argumento de autoridad, que era la única cuestión de que se trataba y que podía existir entre los dos.» Este pastor, cuyo nombre era M, de Robert, se apoyaba en un texto de S, Pablo, para probar su pre- tendida misión, y el P. María-Antonio, al refutarle, le aduce otro estableciendo con mucha ironía un paran- gón entre el Misionero católico y el Protestante. «Vos nobiles, nos autem ¡gnobiles; nos stulti propter Chri- stum, vos autem prudentes in Christo.» «Nosotros los Misioneros católicos nos hemos hecho pobres y despre- ciables por Jesucristo; pero vosotros, los Protestantes, sois más prudentes. Nosotros, los Misioneros católicos, mortificamos nuestro cuerpo por amor a Jesucristo y las almas; pero vosotros, los Protestantes, os cuidáis perfectamente. Nosotros ansiamos pasar desconocidos para el mundo y mucho más no poseer títulos de noble- za, todo por amor a Jesucristo; pero vosotros, ¡ah! vos- otros sois nobles.» A
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