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— 20 — un lobo rapaz. La Biblia lo dice por San Mateo en el capítulo vir, versículo 15.» (Textual. A tan amables saludos respondía el P. María-An- tonio con dulce sonrisa, mostrándose lleno de bondad para con aquellos infelices extraviados, que en vez de guardar silencio, viendo cuán poco caso hacía el Capuchino de sus injurias, proseguian con mayor encono: «Sí, sí; no eres sino un falso profeta, y si no lo eres, pruébalo y ven a discutir, si te atreves, con nuestros pastores; pero ya te guardarás bien de ello, porque tienes miedo.» (Textual.) «No quiero discusiones porque son inútiles—res- pondía el Padre—y con mucho hablar no se prueba nada; pero ya que tanto lo deseáis y para mostraros que no me atemorizan vuestros falsos ministros, hacedles venir y reuníos todos. Entonces tendré el gusto de deciros, delante de ellos, por qué no quiero discusiones. Yo me encargo de cerrar la boca de vuestros pastores de tal modo, que por mucho que sepan y hablen, no sabrán responder ni una sola palabra. Esto, dicho con calma y voz segura, intimidó en un principio a los protestantes; pero considerando lo bochornoso que iba a resultar para ellos, si después de haber desafiado varias veces al Padre no admitían la discusión que éste les ofrecía, no se atrevieron a retroceder. Así es que el siguiente día, mientras el Capuchino se hallaba en la iglesia oyendo las confe- siones de los católicos, fueron a avisarle que el pastor con los protestantes le estaban esperando en el salón de la escuela. El Misionero, con mucha táctica, les puso, antes de
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