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189 — cado y se conmoviese su corazón? o mejor dicho ¿qué gracias no supo arrancar en aquellos momentos del corazón de la Inmaculada Virgen? No lo sabemos, pero el hecho es que su mediación tuvo un éxito tan rápido, que antes de partir de Lourdes, la señora Deleuze, ya instruida en los principios de la Religión, por haber tenido la buena costumbre de enseñar el catecismo a sus hijos, estaba ya reconciliada con la Iglesia por el bautismo, y convertida en ferviente católica, Cierta señora americana, protestante y más que todo escéptica, habiendo ido a Lourdes por curiosidad, quiso, también por curiosidad, conocer al P. María- Antonio, sin sospechar que aquella veleidad suya fuese un lazo que le tendía la gracia, pues en el encuentro que con el varón de Dios tuvo, halló su alma la fe y la paz que nole pudieron proporcionar todos sus viajes por el mundo. Una familia de camilleros, consagrada por com- pleto al servicio de los enfermos, recibió en Lourdes la visita de uno de sus parientes, alejado hacía ya mucho tiempo de la Religión, y pensaron en trabajar por que aquella pobre alma volviera al redil de la Igle- sia. ¿A quién encomendar obra tan delicada, sino al Padre María-Antonio? Convenido de antemano con el Capuchino, tomó el camillero a su pariente y lo llevó consigo a la Gruta, cierto día en que le tocaba estar de guardia. A un momento dado, cuando la afluencia de gente era poca, fingió el camillero nece- sidad de ausentarse de la Gruta por algunos momen- tos, dejando en su lugar al compañero. Entonces hizo su aparición el gran Apóstol de las almas, y cayendo
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