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— 163— espada, está libre y robusta todavía. Y aun os puedo asegurar que he salido ganando, porque teniendo imposibilitado el brazo izquierdo, no podré hacer ya ninguna torpeza.» (1) Tal vez sea también digno de contarse, como vic- toria alcanzada sobre el demonio por la intervención de María, un hecho extraordinario que sucedió en el santuario de Ntra. Sra. de Cahuzac, durante los pri- meros años de su carrera apostólica. Presentósele cierto día un espiritista, militar retirado y de bastante edad, saludándole fervorosamente como el Angel pro- metido, a quien esperaba hacía tiempo para que fuese su guía, su padre y su salvador. Empezó por referirle lo que los espíritus le habían dicho de él, repitiéndole sobre todo una calurosa alocución de Monseñor de Salinis, muerto hacía poco, y en la cual el venerable Obispo ensalzaba al joven Misionero, prediciéndole el glorioso porvenir que le esperaba. Según decía el buen señor, los espíritus habían manifestado deseos de que el varón de Dios presenciara alguna de las sesiones que tenían lugar en su casa, sesiones en las que servía de medium una niña hija del militar, joven de 15 a 16 años, cándida y piadosa como un ángel. Delicado y circunspecto, como lo fué siempre el P. María-Antonio en los variados sucesos de su a gi tada vida de Misionero, consultó el caso con el Arci- preste y un Vicario General que se hallaba en el (1) El juego de palabras que hace el Santo es muy gra- cioso y significativo. «Ayant—dice,—le bras gauche immobile, je ne ferai aucune gaucherie.» Frase que carece de traducción tracta al castellano.
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