BCCPAM000R08-4-10000000000000
— 156 — no sólo los periódicos católicos, sino aun la misma prensa enemiga, tuvo la osadía, por extraño que parezca, de hablar del caso, relatándolo con gran lujo de detalles. Dos periódicos radicales sobre todo, se hicieron eco del suceso, acusando al Padre de que se valía de malas artes para matar a la gente. La ocasión que se le ofrecía al P. María-Antonio, para insistir sobre la lección que la Providencia acababa de dar y hacerla llegar a los lectores de todos aquellos periódicos sectarios, era excelente, y quiso aprovecharla respondiendo sin demora a las gratuitas afirmaciones de sus enemigos. Después de rechazar con enérgica protesta la acu- sación que se le hacía, por ir basada en la negación de Dios, y de decirles que a ciertos hombres no se puede hacer el honor de tomar en serio sus locuras, pone de manifiesto la conducta de esos falsos amigos del pueblo que viven chupándole la sangre y el sudor, mientras él, pobre Capuchino, lo sacrifica todo por hacerlos felices. «Ha ya 25 años—les decía—que por amor al pueblo me he hecho pobre como él. He querido vivir su misma vida, andar descalzo, dormir sobre paja, y vestir un hábito más pobre que el del mismo pobre. Yo me sacrifico y consumo de fatiga por salvar sus almas; parto mi pan con ellos, y todos los días y en todas partes ese pueblo reconocido me llama su amigo, su protector, y, no obstante, los señores redactores de Le Rappel y La Depeche, que se dicen amigos del pueblo, me insultan y escarnecen en sus periódicos. ¿Quién podría explicar semejante anomalía? Mientras yo paso la vida en una pobre celda, descansando sobre
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz