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E == anochecer del segundo día subía ya la cantidad reco- gida a más de mil quinientas pesetas, con la cual tuvo bastante para asignar a cada una de sus hijas qui- nientas pesetas de dote, »Al amanecer del siguiente día, acudió toda la familia a confesarse con grandes muestras de devo- ción, y el padre, agradecido, vino después a ayudar en los trabajos del Convento, trayéndonos al mismo tiempo, como recuerdo, todo el troncho de la col con las hojas exteriores, que fué conservado en una de las celdas del Convento, hasta el incendio de 1883 en que desapareció. Más tarde el hijo de Juan, al marchar al cuartel para cumplir el servicio militar, vino a pos: trarse a mis pies, conducido por su padre, haciendo una buena confesión. ¡Cuántas y cuán excelentes obras hizo brotar el Señor de aquella col fenomenal!» Pocos meses antes de este suceso, se abría al público la Iglesia de los Capuchinos, inaugurándola con una Misión durante la cual el P. María-Antonio, consiguió numerosas conversiones. No se celebraba función alguna religiosa sin que el buen Padre diera cita a los fieles a fin de edificarlos con el consolador espectáculo de la abjuración de algún protestante, la conversión de algún judío o la confirmación de nume- rosos neófitos. Por otra parte, éste y no otro era el ramillete que solía ofrecer al Señor como fruto de las Misiones predicadas por aquel tiempo en casi todas las parroquias de Tolosa y sus arrabales. San Saturnino, San Exuperio, la Catedral, la Inmaculada Concepción, las Mínimas, San José, todos sucesivamente le oyeron predicar y se disputaron el honor de cantar sus triunfos. Fué tal la multitud que

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