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101 — yo a amenazarla. Abro el balcón, y remangándome los brazos me dirijo hacia ella como para cogerla y tirarla la ventana.»—El P. María-Antonio era todavía joven, vigoroso, de gran talla, y su enérgico semblante en circunstancias como ésta debía impresionar fuerte- go % El P, María-Antonio a los 40 años mente.—«Mi ademán decidido tuvo el efecto deseado. Como impulsada por un resorte, se_Jevantó. aquella mujer, corre hacia la puerta y huye espantádá” > Había conseguido por fin desémbatagar el terpeho, pero no había apurado hasta las póse Ss el cálizde alan gura que me esperaba, ¡ »Continué pues mi exhortagión, recordando, a Ta
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