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“Muéstrate, Virgen, clemente con mi madre y mis hermanos; que yo pueda diariamente ganarles el pan con mis propias manos.” Y empezó al siguiente día el oficio de diarero; y tantos diarios vendía que vió en ellos un prodigio verdadero. Desde entonces se ha llevado el tiempo cinco veranos; y nunca les ha faltado el pan a su madre y a sus cuatro hermanos. Por eso junto al Santuario se ve siempre al canillita; y al vender el postrer diario, 6, ¡Hurra por la Virgen de Pompeya!” grita. 17

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