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“Desde hoy en adelante no serviré de carga... ¿Verdad que volveremos caminando las dos a nuestra casa?... ¿Y el sillón?. .. dejaremos en la iglesia... que quede en testimonio de la gracia...” mn Aquel día la Virgen vestía a toda gala; con la corona de oro y pedrería, con el collar de perlas nacaradas, con los destellos de azuladas luces, que los ricos brillantes irradiaban, una visión celeste, suspendida en la altura, semejaba. Jamás vió la tullida ni tanta gloria, ni belleza tanta. 113

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