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6 1·a es benigna, pues si bien al medio dia marca el ter– mómetro 28º, luego refrescan el aire los vientos que proceden de las cordilleras inmediatas. Cuando el Ilmo. y Rmo. Sr. obispo Dr. D. Manuel José de Caycedo, qne con tanto celo gobierna hoy la. Iglesia pastopolitana, se enteró de la situación de este territorio, trató de atender á la numerosa grey que lo habita, y al efecto púsose en comunicación con el muy Rdo. P. iúelchor de Tivisa, custodio provincial de los Capuchinos, pidiéndole algunos Padres para que visita– sen el Caquetá, se enterasen del número, condiciones y costumbres de sus habitantes, y examinasen las venta– jas y dificultades que ofrece sn evaugelización. El muy reverendo Padre Custodio, cuyo celo es bien conocido •en estas repúblicas, se prestó atento á la petición del ilustrísimo señor Obispo, deseoso de ayudarle en la san– ta obra de la evangelización del Caquetá. Para tratar de todo lo concemiente á esta expedición, c~misionó ~cho Prelado al Dr. D. Enrique Collins, pr es– b1tero, qmen, en compañía de nuestro sindico D. Angel León, se presentó en el convento de Tulcán á fines del mes de Junio. Tratado el asunto <leteuidamente, y ventiladas todas las cuestiones relativas á las dificultades del viaje, se convino en que dos P,tdres Capuchinos, acompañados del Dr. Collin::i, fuesen á recorrer el Caquetá., y reuniesen cuantos datos les fuera posible para colonizar aquel ex– tenso país, y civilizar y evauo-eJizar la multitud de in- a· º 10s que lo habitan, siendo elegidos para esta misión el reverendo P. F.i:. Francisco Ibarra y el que subscrib~. A. fin de obtener la protección del Altísimo determi- ' naron los Superiores de la Orden celebrar una solemne

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