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.. 72 cíón encontramos á los que nos traían los caballos, y sin aceptarlos, contimulmos la marcha al palacio del señor Obispo . Permanecimos en Pasto pocos días, descansando de las fatigas del viaje, y poniendo en conocimiento del Prelado cuanto observamos en el Caquetá, Ptttnmayo, :Mocoa, Sybundoy, etc., etc. Im_posible es describir la satisfacción de S. S. Ilma. al darle cuenta de la buena disposición en que están las tl'ibus 1\focoa y Putumayo para recibir el Evange– lio; la sumisión y respeto IJ.Ue todos los indios tienen al sacerdote, y Ja facilidad con que todas aquellas tribus pueden ser catequizadas. Se confirmó en los santos pro– pósitos que ya tenia de atender á su grey del Caqnetá, y no dudamos que apl'Ovechará la primera ocasión que se le ofrezca para enviar operarios á aquella viña in– culta. Muchas ve'Jes me vi tentado á decirle: Ecce ego, rnitte. 1¡ie; pero semejante empresa requiere foerzas su– periores á las 111ías, y tengo gran confianza de que no se hará esperar el día en que celosos misioneros salgan para el Caquetá. El l.º de Diciembre nos despe'climos del ilL1strísimo señor Obispo, de nuestro síndico, D. Angel León, y de los pasturos que tanto nos ayudal'On en nuestro viaje al Caquetá, haciéndose mtiy acreedores á nuestra gra– titud. '1.'omamos la dirección de '1. 1 úquerres. Tres horas antes de llegar á esta ciudad nos encon– tramos con unos tnquerreños que salían á recibirnos: al poco rato saludamos á otros, y así continuamos lo restante del camino, felicitándonos con los que venían á encontrarnos y á acompañarnos. Al llegar á la ciudad éramos unos sesenta á caballo y muchísimos á pie. En las puertas de Túquerres nos esperaban la música y casi todos los tnqnerreños. En-
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