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65 El 31 pasamos chorros corrnutosos, cogimos muchos bocachicos y perdimos un periquito. A las diez llega– mos al puerto de San Vicente, en donde encontramos dos familias que estaban trabajando, quienes abando– naron su labor para acompañarnos al pueblo : almorza– mos en el monte despnés de dejar el Putumayo, y á las once y media entramos en la casa-convento de San Vi– cente. Despedimos á los bogas de San Diego, dándoles una cnsma y zarcillos, y se fueron contentísimos . Los indios pntumayos cuaMo acompañan á algún sa– cerdote, llevan una canoíta liviana, y en ella van c1os con instrumentos para pesca1· y la escopeta. Se adelan– tan y persignen á los peces, proporcionando con ellos alimento al sacerdote, cnanc1o no encuentran recodos en donde acorralar á. los peces con las redes, se sirven éle la lanza de chonta, y con su vista perspicaz·y su ha– bilidad consiguen atravesarlos. El Putumayo nace en las cercanías de Sybundoy : á poca distancia de su nacimiento, en la llanurn de Sy– bundoy, recibe las aguas de cinco ríos tan caudalosos como él. Camina lentamente hasta San Andrés, desde donde se precipita con rapidez hasta San Vicente (Puerto del Pntumayo), siendo desde alli navegable, aun cuando tiene bastante corriente. Bajando unas seis horas se encuentra el pueblo de San José, por donde pasa el río lentamente. Descle San José pued~ 1~ave– garse en vapor llasta el Amazonas, y por cons1gu1eute hasta el Atlántico. Cuando se baja en canoa se emplean regularmente treinta días para llegar al Amazonas. E l Putumayo ofrece muchas ventajas sobre el Ca– quetá., y es digno ele ser estudiado. Auemás de_ ser na– vegable con vapor hasta_las cabeceras, sus 0_1'1llas es– tán elevadas sobre el mvel del agua, prestandose al cultivo, que debe producir mucho. Tiene buen clima, 5

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