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64 puerto para despedirse de nosotros y traer avío para. los bogas. El P. Enrique con un muchacho partió para el Gua– rnes, en dirección á Santa Rosa, y nosotros río arriba, . regresando á San Diego. El gobernador y capitán con otro boga venían en nuestra canoa, y como buenos prácticos, nos llevaron: sin novedad, al puerto de San Diego, donde nos reci– bió el capitán. Después de descansar un rnto, visita– mos algunas casas y nos dieron un guacamayo y un periquito. Por la tarde se reunieron los indios.con sus ·mache– tes, y limpiaron un terreno que debe ocupar la casa conventual que querían edificar. Señalé los linderos de dicha casa, y fijé cuatro estacas en los cuatro extremos que debe tener la nueva iglesia. Al anochecer bauticé, y rezamos el Rósario, tocando la música el P. Francis– co. Quedamos muy contentos de estos indios por los sentimientos religiosos que manifestaron. Al día siguiente bendije algunos matrimonios y em– prendimos el viaje, llegando á las nueve á la desembo– cadura de San Juan, donde matamos un hernioso pajuí (pavo silvestre) y con él homamos el día de mi Santo. Los bogas de la canoita cazadora pescaron con red al– gunos peces llamados bocachicos, que tienen una gran boca y son sabrosos. Nos divertimos mucho contemplan– do -á. los indios como pescaban con lanza. A las tres pasamos la desembocadura de Guineo, sin querer entrar en él para no exponernos {L quedar sin celebrar la fiesta de Todos los Santos. A las cinco ame– nazó una tormenta y nos apresuramos á quedar en una playa que dos dias antes estaba con agua: cenamos bien, tomando un poco de vino en honor de mi Patrón, el Beato Angel de Acl'io, capuchino, y los dos Padt·es dormimos en el rancho.

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