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63 veneno en el cuerpo. Vimos también con gran satisfac– ~ión qne en todas las casas trabajaban indios é in<lias, .sin .que hubiese uno ocioso. Los hombres torcían pita, hacían hamacas, arreglaban bacloqueras, y preparaban flechas: las mujeres trabajaban hamacas, hilaban y pre– paraban achote. El achote es una fruta que cuando está en el árbol es muy semejante á la éastaña con su erizo; abierto éste tiene unos granitos parecidos á la granadilla ó granada, pero más pequeños. Estos granos son muy colorados, y cocinándolos se saca la pintura de que se sirven estos indios todos los días para pintarse la cara y las pier– nas. Si no cocinan píntanse también, pero el color no es tan fino. · Los habitantes de San José nos dieron pruebas de afecto y confianza, y nos dieron cuenta de ciertos he– chos de los comerciantes, que merecen castigo. Qnejá– ronse de la conducta que algunos blancos observan con ellos, y nos dijeron que todos unánimemente estaban resueltos á trasladarse al río Guamues, porque los co– merciantes los molestan mucho y no les dejan tiempo para cultivar sus chagras. Al otro día celebramos á las cuatro, y terminada la Misa les dirigí la palabra. ¡ Admirable sermón! Hablé siempre en gerundio, excepto la palabra tiene que la usé muchas veces . El gobernador repetía la última pa– labra de cada período, y cuando dije 1·espetando viejos lJ1ieno tiene, diero11 señales de aprobación, y algunos ancianos confirmaron lo que yo decía. Acabé pronto aquel sermón, que fué escuchado con atención extraordinaria, y distribuj medallas á los hombres y á los guaguas: y .agujas á las mujeres. Al ver el río ya en bneua disposión, determinamos safü éste día: todos los de San José concurrieron al

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