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56 dres finados; pero, por supuesto, lo primero es la chicha, bombo y comida. Con el fin de conocer las costumbres de los indios, entramos en algunas casas, y en una vimos á las muje– res haciendo chicha. Tenían doce ollas grandes bien llenas, cubiertas con hojas, ya fermentándose, y esta- . ban cocinando más en tres fogoues . Cocida la yuca, la ponen sobre un tablón grueso y casi redondo, de unos dos metros de diámetro. Una india la molía con nna piedra larga y redonda, y otras cuatro la masticaban hasta qne se empapaba de saliva, y luego la arrojaban á las ollas para que fermentase. Este cuadro nos revol– vió el estómago, porque habíamos tomado muchas veces aquella bebida, aunque nos decían que no era mascada. Los indios dicen que la chicha no fermenta si no es masticada, y para semejante operación pl'efiel'en las mu– jel'es, para que salga la chicha más sabrosa. Preparan también chicha de plátano, y habiéndoles yo preguntado cuál de las dos era mejor, me respon– dieron: Las dos mejo1·. El indio de aquella casa nos dijo que iba á matar aquel día un puerco grande para su difunta madre, y al siguiente día uno pequeño para un niño que se les murió. Quería que incesantemente tocasen el bombo, di– ciendo que así es costumbre para favorecer las almas. En nuestra presencia lloraban, acordándose de sus difuntos que hacía muchos años habh.m fallecido, y al momento comenzaban á bailar. - Rezamos el Rosario, y notamos que contestaban al– gunas indias, quienes no sabían otras palabras de la lengua castellana. El día de los Dolores de María celebramos ante la hermosa imagen de la Virgen Dolorosa que hay en la iglesia, y bauticé algunos guaguas. Entré en casa del

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