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·53 -0tra vez al Guinico nos desviamos, dejando este río, que .sirve de camino un buen trecho, y entramos en el mon– te : á los gritos de un indio volvimos al camino, siéndo– nos preciso vadear el i:ío Santa Ana con agua hasta la -cintura. Al poco tiempo nos encontramos con el gobernador de Guineo y su Cabildo, y juntos nos dirigimos á la iglesia y casa parroquial. Guineo se compone de unas veinticinco casas, algu– nas tan separadas que distan dos ó tres horas : todas ellas están en las cabeceras del río que da nombre al 1meblo. Sus habitantes pertenecen á la tribu mocoa. Son hu– mildes, sumisos, hospitalarios, y se dedican al cultivo de sus chagras, y á servir á los comerciantes, llevando bultos de Guineo á Mocoa, y condl1ciendo con sus ca– noas las mercancías que se expiden para el Putumayo. El puerto que tienen en su río no es bueno: y la ba– jada de Guineo hasta Putumayo es muy pelig-rosa por la rapidez de la corriente, y por los remolinos que for– man las vueltas del río, las cuales son muy cortas. Esto no obstante, los comerciantes viajan por este río confia– -dos en la g1·ande habilidad y pericia de los indios. Al tener noticia de nuestra llegada concurrieron to– dos los indios con huevos, peces, plátanos, etc., ofre– ciéndose atentos. Con su ayuda hice un altarcito en la iglesia, una mesa en la sacristía y una piscina bau– tismal. Luego nos pidieron la celebración de la fiesta ele San Rafael, prometiéndoles celebrar solemnemente. Por la tarde vinieron con el camarico, al son de la -caja ó bombo, único instrumento que tienen, colocando <letrás ele nne~tra casa g1·ancles ollas de chicha y gua– rapo.

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