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52 El 14 bendije matrimonios ele indios ; venían pintado el rostro y vestidos con pantalones y poncho, que pi– diePon prestados. Por la tarde los indios se prepararon con su música para la fiesta de San Miguel, á quien llaman 1w,est1·0 Padre. El P. Francisco celebró la fiesta de San Miguel con toda solemnidad, acompañando al cantor una música que hizo huir de la iglesia al· P. Collins. El termómetro señaló este día 55° centígrado á las doce del día. El 16 celebramos el P. Francisco y yo temprano, y arreglado todo lo necesario con ayuda ele la gente que se nos ofreció generosa, salimos á las seis ele Mocoa, acompañándonos mucllos hombres y niños: el P. Collins se quedó por tener una llaga en el pie, que le impedía andar. A fas once comenzó una fuerte lluvia, que nos obligó á cobijarnos lbajo un árbol: la lluvia que creíamos pasajera continuó como de temporal, y los cargueros nos decían que los esteros crecerían y que más tarde sería imposible vadearlos. Con estas razones echamos á an– dar por un -estrecho camino que parecía un río. A la una llegamos al rancho, habiendo vadeado pri– mero un estero que venia crecidísimo y con violencia. Colgamos como pudimos las hamacas y nos quedamos allí. Durante la noche tuvimos fuego encendido, y des– pués nos felicitamos ele tan prudente precaución. El día siguiente seguimos nuestro viaje á las seis : pocos pasos habíamos andado cuando vimos huellas de un tigre que de noche había rondado nuestro rancho, sin haberlo nadie advertido: el fuego nos J.ibró ele él. Anduvimos por camino húmedo, pero bueno, hasta el río Guinico, y lo cruzamos fácilmente. Dejamos atrás al P. Francisco, que desde la mañana venía cargado, y nos adelantamos los dos muchachos y yo. Al llegar

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