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50 enmielllla. Hubo ocasión en que el P. Enrique les in– crepó llamándoles destructores del país y algo más. Jils lo cierto que los cancheros están asolando el terri– torio del Caqnetá. En Limón encontramos á los indios ro ny alegres; aquel día habían estado limpiando la plaza, por cuyo motivo tomaron chicha. El día 6 celebramos, pero con poca asisténcia, pues los indios estaban enchichados. Bauticé á tres guaguas, costándome mucho averiguar los nombres de los pa– dres. Distribuí después á nuestros bogas lienzo para cusmas, espejos, agujas, chaquira y zarcillos, y con– tentísimos se volvieron á sus ranchos. E l día 6 de Oc1¡ubre salimos á pie para Mocoa, y á las cinco y media de la tarde llegamos al rancho Pe...: pino. Esperamos en vano á los cargueros que salieron con nosotros, pues se quedaron á pasar la noche en el monte, sin parar mientes en que no teníamos comida ni 1·opa de abrigo, ni leña con que hacer fuego para , defendernos del frio. Por fin logramos reunir alguna cantidad de leña y pasamos la noche al rededor del fuego. Al otro día al amanecer llega.ron los cargueros, é in– mediatamente avivamos el fuego y tomamos un refri– gerío. A las ocho vadeamos el Rumiyaco, y sin novedad llegamos á :M:ocoa á l_as diez y media, sorprendiendo á sus habitantes, que al saber nuestra llegada vinieron presurosos á darnos la bienvenida. El P. Francisco sa– lió gozoso á nuestro encuentro. Por la tarde hubo Vísperas solemnes, con acompa– ñamiento de flautas en honor de Nuestra Señora de las

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