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45 Al principio adelantamos poco, por haber pasado la noche los indios celebrando la boda de Chichico : á las cinco saltamos á tierra para pasar la noche en casa de Leónidas Martínez. El 28 celebramos á las cuatro y media, y después de bautizará una n iña de diez años, continuamos la marcha . .A. las once bajamos para almorzar en casa de unos indios que nos obsequiaron á su modo: aceptamos chicha masca– da, que nos supo bien porque apagó la terrible sed que estábamos sufriendo. Tomado este refrigerio seguimos adelante, y entramos en casa. de una viejecita c1ta1·trJ- 1·ona ó casi blanca que nació en Solano (Caqnetá) y nunca ha salido de allí. Continuamos al poco tiempo para Quiuoró, en donde pernoctamos. En Qninoró hay cuatro casitas habitadas por negros . ' quienes se portaron bien con nosotros: nos proporcio- naron bagre fresco y algunos regalitos: bauticé á tres negritos y á una huitota. Quinoró está elevado sobre el ni:vel del río : nunca se innnd.a, y es buen punto para fundar un bonito pueblo. Allí rezamos el Rosario, acompañándonos todos los ha– bitantes de las cuatro casas del pueblo. En los nueve ó diez días que llevábamos andando, no vimos.insignia alguna de Religión, ni una cruz, ni una imagen; nos aseguraron que los cádaveres en vez de sepultarlos los arrojan al río. Unicamente estos negros y los habi tan– tes de las tres casitas próximas á Quinoró manifestaron tener alguna idea de Religión . El día 19 asistieron todos los de Qtlinoró al Santo Sa– cri.ficio, que celebramos á las cuatro, y luego partimos. Nuestro negritoEduardo amaneció enfermo de calen– tura, y así quedamos sin cocinero . A. las once y media paramos en Cosumbe, última desde Tres-Esquinas hasta P acayaco: almorzamos lo que preparó el P. Collins, ayudítuclole yo como aprencliz.

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