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43 después llegar á la, casa de los mecaguages, con ries– go de no encontrar á los indios en sn casa; y aunque hubieran estado no había suficientes cargueros para llevar nnesh·os bultos tres días á pie que se deben an– dar para llegar al Putumayo, al punto llamado Concep– ción. Por tanto resolvimos volver por el mismo Caque– tá, y partimos á las siete. Durante la noche creció el río, y todo el día conti– nuó subiendo, sin que lloviese donde nosotros estáb¡\– mos: tuvimos mucha dificultad para adelantar agua arriba, porque la corriente era fuerte, y algunas veces estuvimos expuestos á ser arrastrados por ella. Al pa– sar al otro lado del río (los indios llaman chimbar) per– díamos mucho de lo que habíamos adelantado. Poco tiempo descansamos para almorzar, con al objeto de ade– lantar en nuestra subida. Por la tarde nos sorprendió un fuerte temporal de agua y viento, y una ráfaga se llevó la cubierta del rancho, arrastrando un caucho que fué al río, dejánd.onos á nosotros á la intemperie, reci- biendo la copiosa lluvia. · Pasada la primera sorpresa fuimos á. la orilla para componer el rancho lo -mejor posible, y librarnos así de la lluvia. Pasamos la noche los dos Padres en el ran– chito de la canoa. E l día 25 emprendimos la marcha muy contentos por haber bajado mucho el río. A las once encontramos á D. E loy Gutiénez, único viajero que vimos en los siete días que veníamos subiendo el Caquetá. Este señor se portó muy bien con nosotros : nos avisó lo útil que nos sería coloca1· dos bogas adelante y dos atrás, y nos ofre– ció una canoa más cómoda, más segura y ligera para que subiéramos lo restante del río. A media tarde lle– gamos á Tres-Esquinas, en donde hicimos alto para descansar en la misma casa-alcaldía, en que es tuvimos antes.

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