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33 Al siguiente día celebramos con alguna asistencia. Una mujer nativa de aquellos ríos y que nunca ha sali– do de allí nos dió muchas noticias de aquel país: nos dijo que nacíó en Solana (hoy no existe), y que había otros pueblos que han desaparecido; se lamentaba de la soledad en qL1e viven; culpó á los comerciantes de la ruína del Caquetá, y por fin reclamaba algunos objetos de la iglesia de Solano, los que han llevado á Mocoa. El 10 celebré, di la Comunión y benilije algunos matrimonios. Ayudé la Misa al P. Collins, y mientras ésta se celebraba conocimos la fe y aprecio que hacen de la Misa algunos comerciantes, '}Ue estaban hablando en una habitación contigua. Por todas partes nos ponían dificultade.s para conse– guir bogas. No podíamos permanecer más tiempo en Tres-Esquinas, sufriendo un calor sofocante, y perdien– do un tiempo que nos era muy precioso: un solo boga pudimos encontrar, y un comerciante nos lo pidió para hacer él un viaje. Esta petición nos enseñó mejor el egoísmo que reina en ciertos comerciantes. Bauticé tres niños jóvenes. Nos visitaron algunos indios corre– guages y tamas t}ue no tenían instrucción: hablaban el dialecto correguage, que termina las fra.ses con cierto tonillo como cantando. Los correguages y tamas son semisalvajes; visten cusma y sombréro; por poco motivo y sin rubor ense– ñan sus carnes: pintan su cara y piernas con diferentes colores y varios dibujos, y sus labios y dientes los ti– ñen de negro; se quitan las cejas y pestañas; llevan palos agujereados en las orejas y narices, en los cuales colocan plumas, etc.; se ponen unas puntas de una como chonta en el labio superior á manera de cuernos ; acloruau su cuello con dientes de tigres, de monos y s
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