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2U . El día 4 celebramos en el 'ranchito, y á las siete pro– seguimos el viaje. Nos acompañaban tres indios de Pa– cayaco y cuatro de Lim6n: tres de ellos con el negrito venían en nuestra canoa y los otros cuatro en dos pe– queñitas. Nuestra Pastom JJ1á1•úz peligraba por lle– var mncba carga á proa; así que nos detuvimos á po– nerle balsas (1) y quitarle peso. Como la corriente era. grande los bogas trabajaban poco. A las tres y media pasamos por 1~ desembocadura de Inchiyaco. A las cin– co paramos en una playa: los indios hicieron inmedia– tamente un ranchito en la arena, mientras otros prepa– raban fuego para guisar. Después de tomar una cena frugal nos acostamos al abrigo del rancho, teniendo cui– dado ele mantener fuego toda la noche por temor á los tigres, cuyas huellas advertimos en una playa. Al otro día formamos con cuatro palos una como me– sa de al,tar y _ celebramos, asistiendo algunos de los índios bogas. A las seis en punto est~bamos en la ca– noa. Vimos muchas y diversas aves, patos, loros y pa– vas. Tiramos á un pato que cayó herido, lo persegui– mos llos horas con las tres canoas, hasta que por fin lo– gramos hacernos con él. Perseguimos también á unos monos que se acercaron á la orilla. En estos días no encontramos en todo el camino ni rastro de ser humano. El campo se nos presentó muy pintoresco, con variedad de árboles hermosísimos, mu– chas flores y beilos paisajes. El 6 nos levantamos á las cuatro, y no pudimos celebrar porque el viento apagaba las velas . A las cin– co y media emprendimos la marcha. El tiempo, al prin– cipio, estuvo nublado y cayó un páramo. A las diez lle- (1) Bolsos son unos maderos que se ponen ú los lados de la canoa para_ que no se voltee,

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