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16 dieo llevaban dos como candelabros, que nnidos forman un semicírculo, de cada uno de los cuales salen cuatro velas: los demás iban en tropel cerca de nosotros, te– niendo buen cuidado en avisarnos los cuatro puntos en que, según antigua costumbr e, suelen los sacerdotes bendecir al pueblo con el Santísimo. Terminadas las funciones religiosas y habiendo bau– tizado doce guaguas (1), bendecido algunos matrimonios. y vencido ciertas dificultades, salimos para Sybundoy, á donde llegamos á las cinco de la tarde. En Sybundoy hay unos 70 blancos y 2,000 indios. Estos visten como los de Santiago ; siembran, cargan y se alimentan como aquéllos; pero son más torpes Y más salvajes : hablan el cocchi, y, según personas qne merecen crédito, son de distinta tribn. Parece que el español Quesada; al pasar de Bogotá á Pasto, dejó aquí algunos indios de los que le ,acompañaban, y de éstos descienden los sybnndoyes. Tienen iglesiá nueva, sin al tar; asistieron á Misa, aunque pocos, tocando durante ella la música de bom– bo, flautas y violín, el cual tocan con la izquierda, produciendo siempre un mismo sonido. El clía siguiente vinieron algunos indios á Misa, y tocaron sn monótona é invariable música como los de Santiago: cantan también el "Alabado" durante la ele– vación. La mayor parte de estos indios entienden el castellano. Aproveché la ocasión para predicar á los blancos. Este mismo clia vimos conducir nn difunto en una. manta colgada de dos palos, que sostenían clos hombres. El 5 bendije algunos matrimonios, y ninguno de los novios se prestó para venir con nosotros á Mocoa, por ci, Gungun llaman {¡ In cdu~ura pequeña.

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