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11 guió en pos nuestro, y al comenzar la bajada las fuer– zas le abandonaron y apenas podía andar. A las seis de la tarde me alcanzó uno de los muchachos que le acompaiiaban, y me dijo la crítica situación en que se encontraba; yo mandé cuatro indios para que lo carga– sen, pero éstos ó se volvieron ó se ocultaron . El Pa– clre bajó como pudo toda la cuesta, anduvo parte del llano, y no pudiendo ya más se quedó junto á un árbol, á treinta minutos de la primera casa. Nosotros fuimos bien recibidos por los indios de San– tiago, ho~pedándonos en la casa-convento. Serían las nueve d~ la noche cuando vinieron los in– dios que envié para que auxiliasen al P. Francisco, di– ciéndome que no lo habían encontrado: esto me inquietó tanto, que 110 podía conciliar el sueño. A las dos tle la, mañ.ana Uamé al gobernador, y le ordené que inmediata– mente mandase algunos indios á buscar al Patl.re. Obe– deció atento el gobernador y envió tres indios. Luego fuí á. celebrar la Santa Misa. Grande fué el contento cnando al volver de la iglesia encontré en casa al P . Frnncisco, que en la cama se reponía de los trabajos de la noche. Descansamos el día 29, y visitamos al gobernador con el objeto de enterarnos algo de las costumbres de esta gente. Los indios de Santiago son fue1-tes, bien formados y corpulentos: visten cusma y poncho, y las mujeres pa– chas y anaco (1): todos ellos llevan chaquira (2) en el (1) La cusma viene á ser una camiseta sin manga!' : el poncbo consiste en una especie ele sayo sin mangas, que se pone por la cabeza ú modo de dalmática: a naco es una pieza de jerga, en la que se envuelven desde la cintura bnst,a las rodillas : pacha viene ú ser un camisón sin mangos, bosta los rodillas. (~) Cbaquirn es un collar de abalorios.
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