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bondades y misericordias y de vuestra intercesión poderosísima. Decidme, Virgen sagrada, ¡qué secre- to hay en vos para que convirtáis lo amargo en dulce, en alegre lo triste, lo inmundo en límpido y lo muerto por el pecado en resucitado al amor y gracia de Cristo?...¡Ah! No lo ignoro...De vuestro Hijo Divino fué de quien reci- bisteis gracia tan singular en bien nuestro. Esto me da alas para presen- tarme a vosasolicitar favores; y aunque pecador miserabilísimo, afligido y tur- bado, sé que si OS llamo vos responde- réls; si os ruego vos me oiréis y haréis que vuestro maternal amor triunfe so bre mi indignidad. ¿Quién, si no, se acordaría de mí si vos me olvidareis?; ¿quién me sostendría si vos me aban- donareis? ¿quién me guiaría si me faltareis vos, que sois estrella del medio día. luz de las almas y guía de los que yerran ? ¡Benignísima Madre del Rosario! Acoged mis humildes súplicas que en estos Quince Sábados os hago; dadme lo que os pido, entre otras gracias, el triunfo de Jesucristo y de su Esposa la